4.3.14

Vivimos dependiendo de un reloj y, si nos detenemos a pensarlo, es la mayor locura que hemos cometido. Hasta hace poco no había caído en ello, pero es agotador vivir mirando la hora, buscando sacar minutos de aquí o allí para cualquier cosa. Ya no recuerdo lo que es despertarse un fin de semana sin ninguna alarma, solamente obedeciendo a nuestro cuerpo. O acostarse sin mirar las horas que nos quedan antes de despertarnos. Parecemos zombies.
Yo vivo contando, calculando cuantos minutos puedo ir ahorrando de cada momento para sumárselos a mi descanso y a mi tranquilidad. Pero dormir pensando en lo que me toca no es descanso.
Es como seguir todo el rato un compás. Tic-tac tic-tac tic-tac. Andando  con ese ritmo, marcando cada paso, como un vigilante que te apunta con una escopeta en la nuca.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

idas de olla.