7.10.13

Ahora ya que no hay otra solución
es cuando enciendo la vela. 
Nunca la he tenido en cuenta, 
no he pensado en el aroma que podía dejar 
y la calidez que podía dar
por toda mi habitación.
Ahora ya que está semi podrida
es cuando me desespero por no haberla visto,
porque no hace la función que quiero.
Por no haberla encendido a tiempo,
por no haberla sentido,
por no verla.
¿Y si la hubiese hecho funcionar bien
o en su momento
y no solo cuando es necesario?
Nada.
Porque no soy capaz,
porque mis impulsos me pueden,
porque no pienso en la verdad,
porque hago lo que quiero.
¿Y si ahora que la necesito,
ella se resiste
y hace conmigo lo que yo hago
y me hace sentir lo mismo?
Normal.
Yo seguiré a oscuras,
aunque me alumbre,
no la haré caso, lo sé, soy así.
Podré rascar la cera,
sacar fuera la mecha, prenderla fuego.
Siempre habrá velas.
Y yo, tonta de mí, seguiré a las bombillas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

idas de olla.