9.6.13

La vida, y pienso en la vida real y concreta de cada uno, no está libre nunca de tentaciones y peligros. Si la vida es como un camino, y esto se ha afirmado siempre con toda verdad y acierto, ese camino no está exento de piedras, dificultades de todo tipo y ciertos tramos de angostura o más complicación. También, como es lógico, tiene llanuras y flores; también tiene laureles y horas de más gloria…
Hoy, al hilo de un pequeño texto, me voy a detener en una de esas tentaciones que pueden aparecer en el camino de la vida: la tentación del pesimismo, la tentación de la moral de derrota. Podemos afirmar que la tentación se da en todos, la podemos experimentar cada uno de nosotros, pero en algunos casos y personas hace verdaderos estragos.
El texto del que me estoy refiriendo es del nuevo Papa: «Una de las tentaciones más serias, que aparta nuestro contacto con el Señor y con la vida, es la conciencia de derrota. Frente a una fe combativa por definición, el enemigo, bajo ángel de luz, sembrará las semillas del pesimismo. Nadie puede emprender ninguna lucha si de antemano no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar, perdió de antemano la mitad de la batalla. El triunfo es siempre una cruz, pero una cruz bandera de victoria. Esta fe combativa la vamos a aprender y alimentar entre los humildes».
Bella y profunda reflexión para afrontar la vida y recorrer su camino. ¡Cómo cambiaría la vida de mucha gente si asumiera esta filosofía y este talante existencial que nos marcan en su reflexión! ¡Cómo cambiaría…!
Cada día nos encontramos, o nos podemos encontrar al menos, gentes con moral de derrota –pesimismo– y también gentes con moral de triunfo. Es más, lo experimentamos en nosotros mismos: a veces, nos invade el pesimismo y la moral de derrota; en otras ocasiones, nos conduce la alegría y la moral de victoria. ¡Qué distinto todo cuando se va con una u otra moral, cuando todo se ve con optimismo o cuando todo se ve con pesimismo!
Hoy, cuando vivimos rodeados de crisis y problemas y cuando cunden ciertas y peligrosas corrientes de desesperanza y desencanto, parecería que todo abona la moral del pesimismo, la moral de la derrota.
Sin embargo, más que nunca es necesaria una moral del optimismo, de la victoria. El ser humano no está hecho para la derrota y la muerte, está hecho para la lucha y la vida, para buscar siempre la victoria. La conversión siempre en necesaria y siempre tiene alguna o muchas posibilidades.
Con  esto somos conscientes de que la moral de derrota, la moral del «yo no puedo» o «esto me supera a mí», (del pesimismo, en definitiva), es muy peligrosa y seria. Esa moral nos inunda de tedio y enrarece toda nuestra existencia.
Sin confianza en el triunfo, sin una moral de victoria que dice «yo puedo» o «esto es posible», no se puede comenzar ninguna empresa ni entrar en ninguna lucha. Nos urge siempre la moral nueva, la moral del triunfo y la esperanza.

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idas de olla.