La vida, y pienso en la vida real y
concreta de cada uno, no está libre nunca de tentaciones y peligros. Si la
vida es como un camino, y esto se ha afirmado siempre con toda verdad y
acierto, ese camino no está exento de piedras, dificultades de todo tipo y
ciertos tramos de angostura o más complicación. También, como es lógico,
tiene llanuras y flores; también tiene laureles y horas de más gloria…
Hoy, al hilo de un pequeño texto, me voy a detener en una de esas tentaciones que pueden
aparecer en el camino de la vida: la tentación del pesimismo, la tentación
de la moral de derrota. Podemos afirmar que la tentación se da en todos, la
podemos experimentar cada uno de nosotros, pero en algunos casos y personas
hace verdaderos estragos.
El texto del que me estoy refiriendo es del nuevo Papa: «Una de las tentaciones más serias, que aparta nuestro
contacto con el Señor y con la vida, es la conciencia de derrota. Frente a una fe
combativa por definición, el enemigo, bajo ángel de luz, sembrará las
semillas del pesimismo. Nadie puede emprender ninguna lucha si de antemano
no confía plenamente en el triunfo. El que comienza sin confiar, perdió de
antemano la mitad de la batalla. El triunfo es siempre una cruz,
pero una cruz bandera de victoria. Esta fe combativa la vamos a aprender y
alimentar entre los humildes».
Bella y profunda reflexión para afrontar
la vida y recorrer su camino. ¡Cómo cambiaría la vida de mucha gente si
asumiera esta filosofía y este talante existencial que nos marcan en
su reflexión! ¡Cómo cambiaría…!
Cada día nos encontramos, o nos podemos
encontrar al menos, gentes con moral de derrota –pesimismo– y también gentes
con moral de triunfo. Es más, lo experimentamos en nosotros mismos: a veces,
nos invade el pesimismo y la moral de derrota; en otras ocasiones, nos
conduce la alegría y la moral de victoria. ¡Qué distinto todo cuando se va
con una u otra moral, cuando todo se ve con optimismo o cuando todo se ve
con pesimismo!
Hoy, cuando vivimos rodeados de crisis y
problemas y cuando cunden ciertas y peligrosas corrientes de desesperanza y
desencanto, parecería que todo abona la moral del pesimismo, la moral de la
derrota.
Sin embargo, más que nunca es necesaria
una moral del optimismo, de la victoria. El ser humano no está hecho para la
derrota y la muerte, está hecho para la lucha y la vida, para buscar siempre
la victoria. La conversión siempre en necesaria y siempre tiene alguna o
muchas posibilidades.
Con esto somos conscientes
de que la moral de derrota, la moral del «yo no puedo» o «esto me supera a
mí», (del pesimismo, en definitiva), es muy peligrosa y seria. Esa moral nos
inunda de tedio y enrarece toda nuestra existencia.
Sin confianza en el triunfo, sin una
moral de victoria que dice «yo puedo» o «esto es posible», no se puede
comenzar ninguna empresa ni entrar en ninguna lucha. Nos urge siempre la
moral nueva, la moral del triunfo y la esperanza.
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idas de olla.