10.3.13

Hace mucho que no escribo. Sí, publico entradas y eso, pero no escribo yo. Llevo unas semanitas muy cansada, de esto que duermes mucho mucho pero te levantas como si no hubieras dormido nada, o te hubieran dado una paliza, que es peor. No tengo tiempo de nada, pero porque paso el tiempo empanada. Jo, en serio, me pongo a pensar o a mirar por la ventana y cuando me doy cuenta han pasado dos horas. Muy mal. Pero bueno, como siempre, estudio poco pero en serio, y las notas no están siendo malas, quitando Educación Física, como siempre.
Me estoy enganchando demasiado a fumar, y todo por culpa de Diane, la francesa que vino de intercambio a mi casa. Antes fumaba el típico cigarro-cubata o cigarro-relax. Pero ahora hay días, momentos, en los que me entra necesidad. Necesito fumarme uno, que no sé por qué, pero siento que me va a dar una ataque de ansiedad si no fumo, pero bueno, lo supero.
En casa las cosas van igual. Ahora estamos mi madre, mi padre y yo solos, y no va tan mal. Hay días en los que sí, pero no tanto. Mi padre está perdiendo la cabeza con esto de la demencia senil. Le cuento las cosas y a los dos días se enfada porque dice que no le cuento nada o no cuento con él, porque se le olvida. Yo me pongo nerviosa y grito porque no me hace caso, o porque le repito todo mil veces y pasa. Y mi madre sigue igual de siempre, vaga. Se pasa el día en el sofá viendo la tele o durmiendo. Aunque ahora se ha apuntado a más actividades y sale algo de casa. Y no para de comer. No me gusta, porque come mucho y luego se pasa el día deprimida y llorando porque está gorda. No lo entiendo.
Mis hermanos ya están en Madrid, y cada vez que vienen a Guada siento que me estoy perdiendo mucho. Están cambiando, parecen otros, y yo no estoy ahí para verlo. Siento que están lejos.
Bueno, os dejo, que sé que no váis a leerme. Si lo hacéis, agradecería algún comentario, que si no siento que estoy haciendo el idiota por aquí. Próximamente más y mejor.

2 comentarios:

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  2. Me alegro de volver a retomar esa rutina que tanto me gustaba y que hace tiempo que dejé, la de leer el blog de Julia, para quererla y entenderla.
    Pienso que la verdadera injusticia es que se nos coloque en lugares que superan la hostilidad que somos capaces de concebir, que pasen los años y ver que apenas se avanza en el camino, porque las baldosas se mueven y nos enseñaron que tenemos que tener miedo de hacer ruido. ¿Y cuándo es el momento de decir no? Si todo alrededor gira y miren hacia donde miren nuestros ojos solo perciben rostros agonizantes que gritan sin gritar. Qué bien lo entendió Goya en sus Delicias, fortuna la suya la de quedarse sordo.

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idas de olla.