7.11.12

La resignación es el suicidio cotidiano.

¿Cuántas veces hemos dejado de hacer algo y nos hemos conformado con algo peor? ¿Cuántas veces nos ha podido el miedo ante cualquier posible consecuencia y hemos preferido quedarnos como estábamos, aunque nos quemásemos vivos?
A eso yo lo llamo resignación, y si lo buscamos en el diccionario nos aprece como conformidad, tolerancia y paciencia ante obstáculos y adversidades. Sin embargo, y hablo desde mi punto de vista, la resignación es rendirse, aceptar algo malo como si fuera bueno, acostumbrarte al miedo, a la tristeza o a la presión constante. Imagina que tenemos una vida feliz al 100%. Cada resignación es un pedacito de felicidad que nos quitamos nosotros solos, es una mancha en nuestra conciencia, es algo que, aunque sea malo y dañino, hemos aceptado a vivir con ello sin importarnos. ¿Opináis que esto ayuda? Yo creo que no. Ante un problema no puedes resignarte a él, hay que afrontarlo, porque aunque no nos pueda reportar nada bueno, siempre ganaremos algo: experiencia. Ante un problema hay que tomar decisiones, que pueden ser drásticas o malas, pero soluciones que al fin y al cabo pueden hacer que todo vaya un poquito mejor. Si nos resignamos ante todo, como está tan al día, ¿cuánto de felicidad nos estamos quitando? ¿Realmente estamos viviendo o estamos desvaneciéndonos y conviertiendo nuestra vida en problemas acumulados que no queremos resolver?.
Es cierto que hay muchas ocasiones en las que esos problemas son muy densos y oscuros, y por muchas vueltas y decisiones que hagamos no parecen aclararse, y parece que la resignación es lo único que nos queda por hacer. Por supuesto que hay momentos en los que no hay nada en tus manos para poder llevarlo, bien porque el problema implique otra personas o bien porque no tengamos nada que hacer al ser algo irremediable, pero en esos casos lo que hay que hacer es acpetarlo como es, e intentar buscarle el lado bueno, intentar aplicar esas circunstancias a la vida real para poder solucionarlo en próximas situaciones que puedan llevarnos a lo mismo, aprender de la experiencia que nos produce. Pero nunca resignarse con algo, y menos sin haber intentado resolverlo por todos los medios.
La clave está en la confianza en uno mismo. Si no eres tú, ¿quién va a ser contigo?

No hay comentarios:

Publicar un comentario

idas de olla.