2.8.10

Siempre me acompañarás.


Ella. Entra sonriente por la puerta y saluda a sus padres. Después le revuelve el pelo cariñosamente a su hermana pequeña.
Sonriente, como siempre, pero por dentro está rota. Nadie lo nota, por supuesto, es muy buena actriz.
Coge su iPod y sube a su habitación. Por el camino, se quita los zapatos de tacón que llevaba para ir a la calle.
Se tumba en la cama y llora. Se ha enamorado.
Agarra un osito de peluche todo lo fuerte que puede y lo aprieta contra su pecho y llora aún más, llora como nunca había llorado, suave, para que sus padres no la oyeran, pero desconsolada completamente, y sola, muy sola.
Tras cinco minutos, se levanta, va al baño y se quita con cuidado el maquillaje de los ojos, de los labios, esos labios rojo escarlata que vuelven loco a más de uno, y finalmente, se recoge su melena castaña en una coleta alta.
Después se desnuda hasta quedarse en ropa interior, se pone el pijama y le lanza una última sonrisa triste el espejo.
Él la deja, tan sola como cuando se conocieron, no hace tanto, y ella como una tonta, le sigue queriendo.
Vivía en su pompa feliz hasta que llegó alguien y la hizo estallar, ella sabía que era fácil que pasara, pero de quien menos se lo esperaba era de él...
Pero que más da ahora, por que ella esta sola de nuevo, y aunque por dentro se derrumba y se rompe, se siente un poco mejor.
Sola. Ella y nadie más. No le debe nada a nadie.
Ahora es ella simplemente

1 comentario:

idas de olla.